20.2.13

El problema de los guías (PSICOLOGIA ESOTÉRICA II, AAB)

El Problema de los Guías es peculiarmente difícil de resolver, porque está basado en el innato e instintivo reconocimiento de la realidad de la existencia de Dios y de Su Plan. La mayoría de los reformistas bien intencionados, explotan hoy esta inherente reacción espiritual e instintiva, pero no le han dedicado verdadera atención al sujeto o al fenómeno que responde externamente al impulso subjetivo. La mayoría de las veces es el caso del ciego que guía a otro ciego. Podríamos definir el problema que crean los guías, como el método por el cual el hombre, por autosugestión, provoca en sí mismo un estado de negatividad y (mientras se halla en ese estado) es consciente de sus inclinaciones, de los im­pulsos, anhelos, voces, órdenes captadas con nitidez, revelaciones sobre las normas de conducta que debe seguir y la carrera que debe profesar, además de las indicaciones generales que “Dios” le propone al atento, negativo y receptivo sujeto, respecto a sus actividades. En este estado de casi sublimada percepción de la in­sistente demanda, proveniente de los reinos subjetivos del ser o del pensamiento, el hombre es impelido a seguir una corriente de actividad que puede llevarlo a una permanente orientación de su vida (a veces inofensiva y otras muy deseable), o ser sólo de efecto temporario, una vez que ese anhelo de responder se haya agotado. Pero en cualquier caso, la fuente de donde surge la dirección y el origen de la guía es denominada vagamente “Dios”, se la considera divina y calificada como la voz del “Cristo inter­no” o dirección espiritual. Por lo general se le aplican infinidad de términos análogos, según la escuela de pensamiento a la que per­tenece el individuo o la que ha logrado atraer su atención.

Con el tiempo veremos que aumentará la tendencia a ser guiados subjetivamente en una forma u otra, a medida que la humanidad se va orientando hacia lo subjetivo, percibiendo en forma más definida los reinos del ser interno y acrecentando su tendencia hacia el mundo de significados. Por esta razón deseo hacer un análisis relativamente cuidadoso de las posibles fuentes en donde se origina la orientación, para que los entes se den cuen­ta, por lo menos, que el tema es mucho más vasto y complicado de lo que creen, y que sería inteligente asegurarse el origen de la guía otorgada a fin de saber con más exactitud hacia donde van. No deben olvidar que la ciega e irrazonable sujeción a un guía (como sucede hoy) convierte al hombre, oportunamente, en un autómata negativo e impresionable. Si esto prevaleciera univer­salmente y los métodos actuales se convirtieran en hábitos arrai­gados, la raza perdería todo derecho a su posesión más divina, el libre albedrío. No hay temor inmediato de que esto suceda si los hombres y mujeres inteligentes reflexionan sobre el problema. Infinidad de egos avanzados vienen a la encarnación a conjurar el peligro, y también innumerables discípulos, cuyas voces se ele­van claras y fuertes, abogan por el libre albedrío y la comprensión inteligente del Plan de Dios.

Podría serles de valor si enumerara nuevamente las escuelas de pensamiento cuya principal atracción consiste en ofrecer “guías”, o cuyos métodos y doctrinas tienden a desarrollar el oído interno, pero no enseñan a discernir el origen de dichos guías ni a diferenciar entre los distintos sonidos, voces y seudo instrucciones inspiradas, que el oído interno entrenado puede registrar.

Las personas emotivas que pertenecen a las iglesias de cual­quier denominación o creencia, tienden a buscar la forma de eva­dir las dificultades y vicisitudes de la vida, viviendo siempre con la sensación de la Presencia guiadora de Dios, conjuntamente con la ciega obediencia a lo que genéricamente denominan “la voluntad de Dios”. La práctica de la Presencia de Dios es en verdad un paso necesario y deseable, pero la gente debería com­prender lo que ello significa y cambiar constantemente el sen­tido de la dualidad por el de la identificación. La voluntad de Dios podrá aparecer como la imposición de las circunstancias y condiciones de la vida, de las cuales no hay escapatoria posible; el individuo que sufre esta imposición la acepta y no trata de aminorar, ni siquiera mejorar, y a veces tampoco evitar las cir­cunstancias. Interpreta de tal manera su situación y destino, que determina, plácida y sumisamente, vivir dentro del círculo infranqueable y de las limitaciones que le han sido impuestas. Desa­rrolla inevitablemente un espíritu de sumisión y obediencia, so­porta, convencido, de que su situación expresa la voluntad de Dios. En los más sublimes estados de obediencia, las personas sensitivas hacen alarde de su sumisión, pero no se dan cuenta de que la voz que han escuchado es la propia. Creen que es la Dios. La comprensión, el reconocimiento de la Ley de Causa y Efecto (que actúa una vida tras otra) y la interpretación de que el pro­blema es una lección que debe aprender, significará la liberación de la negatividad y la aceptación ciega e irreflexiva. La vida no pide obediencia ni aceptación, exige actividad. Pide que se separen los valores buenos y elevados de los indeseables; que se cultive ese espíritu de lucha que traerá organización y compren­sión y permitirá entrar oportunamente en una etapa donde desem­peñará una actividad espiritual útil.

Las personas que participan en la actividad de esas escuelas de pensamiento, con infinidad de nombres: la Escuela de la Ciencia Mental (Mental Science), grupos del Nuevo Pensa­miento (New Thought), Ciencia Cristiana (Christian Science) y muchos grupos similares, propenden a caer en un estado de nega­tividad basado en la autosugestión. La constante repetición del hecho (aún incomprendido) de la realidad de la divinidad, evo­cará oportunamente la respuesta del aspecto forma de la vida, lo cual -aunque no sea una guía verbal- constituye el reconocimiento de una especie de guía, que impide el libre albe­drío, y es una reacción en amplia escala de lo mencionado antes. Así como en el primer caso tenemos la ciega aceptación de un destino indeseable, porque creen que tal es la voluntad de Dios y dicha Voluntad debe ser buena y correcta, en el otro caso existe el propósito de conmover al hombre subjetivo para que acep­te una condición totalmente opuesta. Se le enseña que no existen malas condiciones, excepto las que él mismo puede crear; que no existe dolor ni nada que pueda considerarse indeseable; se le in­cita a reconocer que él es divino y el heredero de las edades, y que las malas condiciones, las limitadas circunstancias y los aconteci­mientos adversos, son producto de su propia imaginación creadora, y se le explica que en realidad no existen.

En ambas escuelas de pensamiento se enseña y recalca la ver­dad sobre el destino, a medida que se cumple bajo la ley de Causa y Efecto, y sobre la divinidad innata en el hombre, pero en ambos casos el hombre es un sujeto negativo y vio tima de un destino cruel, o de su propia divinidad. Premeditadamente empleo esta fraseología porque ansío que los lectores comprendan que el des­tino nunca ha tenido por finalidad convertir al hombre en víctima inerme de las circunstancias ni en instrumento autohipnotizado de una aseverada y no desarrollada divinidad. El hombre está des­tinado a ser árbitro inteligente de su propio destino y consciente exponente de su innata divinidad, el Dios interno.

Nuevamente repito, las escuelas esotéricas, teosóficas y rosacruces, tienen también (especialmente en sus aulas internas) sus propios métodos ilusorios para servir de guías. Son distintos de los dos anteriores, pero los resultados en gran parte similares, re­ducen al estudiante a la condición de ser guiados, a menudo dirigidos por voces ilusorias. Con frecuencia los dirigentes de dichas organizaciones pretenden estar en comunicación directa con un Maestro, o con toda la Jerarquía de Maestros, de Quienes reciben órdenes. Estos dirigentes a su vez imparten dichas órdenes a los miembros menores de la organización y esperan una rápida e indiscutida obediencia. En el sistema de entrenamiento que se im­parte con la denominación de desarrollo esotérico, se ofrece como aliciente para el trabajo y la práctica de la meditación, una rela­ción similar con el Maestro o la Jerarquía, haciéndole creer al aspi­rante que algún día escuchará la voz de su Maestro, que lo guiará, le dirá lo que debe hacer y le explicará la participación que tendrá en los diversos trabajos. Gran parte de las dificultades sicológicas que prevalecen en los grupos esotéricos puede atri­buirse a esa actitud y a esa esperanza ilusoria que se le ofrece al neófito. En vista de esto no puedo dejar de repetir enfáticamente que:

1.  El objetivo de la enseñanza impartida en las verdaderas es­cuelas esotéricas consiste en poner al hombre en contacto cons­ciente con su alma y no con el Maestro.

2.  El Maestro y la Jerarquía de Maestros trabajan únicamen­te en el plano del alma, como alma y con almas.

3.  La respuesta consciente a la impresión y al Plan jerár­quicos depende de la reacción sensible que pueda desarro­llarse en forma permanente entre el alma del hombre y su cerebro, por conducto de su mente.

4.   Deben recordarse los puntos siguientes, que cuando:

a.  El hombre llega conscientemente a darse cuenta de que es un alma, entonces puede establecer contacto con otras almas.

b.  Es un discípulo consciente, está en contacto con otros discípulos y colabora inteligentemente con ellos.

c.  Es un iniciado, otros iniciados son realidades en su vida y en su conciencia.

d.  Es un Maestro, la libertad que le otorga el Reino de los Cielos es suya, y trabaja conscientemente como miem­bro avanzado de la Jerarquía.

Pero -y esto es de primordial importancia- todas es­tas diferenciaciones se refieren a las categorías del tra­bajo y no a las de las personas; a las expansiones del alma y no a graduados contactos con personalidades. De acuerdo al desarrollo del alma, logrado en el plano físico, así será la respuesta al mundo de las almas, del cual la Jerarquía oculta constituye el corazón y la mente.

La guía a la cual frecuentemente responden la mayoría de los miembros que pertenecen a las escuelas esotéricas, no es la guía de la Jerarquía sino la de Su reflejo astral, por lo tanto, res­ponden a una ilusoria y desfigurada presentación, creada por el hombre, de una gran realidad espiritual. Ellos podrían, si qui­sieran, responder a esa realidad.

Aparte de las escuelas comunes de ocultismo y de esote­rismo que existen actualmente en el mundo hay grupos y tam­bién individuos aislados que practican diversas formas de me­ditación y de yoga. Esto es verdad respecto a los aspirantes occidentales y orientales. Algunas de estas personas trabajan con un verdadero conocimiento y, por lo tanto, lo hacen sin pe­ligro; otras no sólo ignoran totalmente las técnicas y los métodos sino que desconocen los resultados que deben esperar de sus esfuerzos. Inevitablemente, el principal resultado obtenido con­sistirá en retrotraer internamente la conciencia, desarrollar el espíritu de introspección y orientar al hombre o mujer, hacia los mundos subjetivos internos y los planos sutiles del ser -gene­ralmente hacia el mundo astral y raras veces hacia el mundo verdaderamente espiritual de las almas. Excepcionalmente se evoca la naturaleza mental, y los procedimientos aplicados pro­ducen la negatividad y pasividad de las células cerebrales, mien­tras la mente permanece inactiva y a menudo aletargada. Por lo tanto, la única zona visible de la conciencia es la astral. Así quedan excluidos los mundos de los valores físicos y tangibles y análogamente el mundo mental. Quisiera que reflexionen sobre este enunciado.

El Movimiento del Grupo Oxford también ha dado demasiada importancia a la necesidad de ser guiado, sin embargo, parece ser que no ha comprendido verdaderamente el tema, ni le ha dedicado mayor atención a la investigación incluyente de las po­sibles alternativas de la voz de Dios. Místicos de toda índole, que tienen una predisposición natural hacia la vida negativa e introspectiva, oyen en la actualidad voces, reciben orientación y obedecen a impulsos que ellos afirman provenir de Dios. En todas partes hay grupos que están abocados a la tarea de orien­tar a la gente hacia la vida espiritual, o (le comprobar el Plan de Dios, o colaborar con él en una u otra forma. Algunos de estos grupos trabajan con inteligencia y a veces sus suposiciones y esfuerzos son correctos, pero la mayoría son incorrectos y de naturaleza mayormente astral.

Esto trae dos resultados. Uno, fomenta una gran espe­ranza entre los trabajadores espirituales del mundo, a medida que observan la rapidez con que la humanidad se dirige hacia el mundo del correcto significado, de los verdaderos valores espi­rituales y de los fenómenos esotéricos. Se dan cuenta que a pesar de los errores y equívocos, la tendencia de la conciencia racial va dirigida “internamente hacia el centro de vida y paz espiri­tuales”. El otro, es el resultado o reconocimiento de los períodos de verdadero peligro que transcurren durante este proceso de reajuste de los valores más sutiles y a no ser que haya una com­prensión inmediata de las condiciones y posibilidades sicológicas y que la mentalidad de la raza llegue a comprender y a tener el sentido común, tendremos que atravesar un ciclo de profundos disturbios sicológicos y raciales antes de finalizar este siglo. En la actualidad, por ejemplo, dos factores producen un profundo efecto sicológico sobre la humanidad:

1.  La incertidumbre, el temor y el recelo que prevalece, en to­dos los países, afecta en forma adversa a las masas, estimu­lándolas astralmente y, al mismo tiempo, disminuyendo su vitalidad física.

2. El impacto producido por las fuerzas espirituales superiores, sobre las personas orientadas inteligentemente y motivadas místicamente, está produciendo serias y grandes dificultades, pues derriba las barreras etéricas protectoras y abre de par en par las puertas del plano astral. Éstos son algunos de los peligros que implica el estímulo espiritual.

Por lo tanto, resultará de real valor estudiar las fuentes de donde provienen la mayoría de las seudo “guías”. Para mayor claridad y eficacia me propongo enumerarlas muy brevemente, sin hacer extensos comentarios. Ello permitirá hacer comprender al inves­tigador inteligente y ansioso, que el tema es mucho más vasto e importante de lo que supone, y puede llevarlo a hacer un análisis cuidadoso de los “tipos de guía” y a comprender cuáles son los posibles agentes rectores de que puede ser víctima el pobre e ignorante neófito:

1.  La guía o instrucción proveniente de una persona en el pla­no físico hacia la cual se dirige la persona guiada, la mayoría de las veces inconscientemente en busca de ayuda. Esto constituye en gran parte una relación cerebral, de naturaleza eléctrica, establecida mediante contactos conscientes en el plano físico, y facilitada grandemente por el hecho de que el neófito sabe perfectamente lo que su instructor diría en cualquier circunstancia dada.

2. La actitud introvertida del neófito o del místico, hace sur­gir a la superficie toda su subconsciente “vida de deseos”, lo cual, debido a su inclinación mística, y probablemente a que aspira a lograr la beatitud y la vida del espíritu, adopta ciertas tendencias de adolescente hacia la actividad religiosa y sus prácticas. Sin embargo, las interpreta como una guía definitivamente externa, y se las explica a sí mismo en tal forma que se convierten para él en la Voz de Dios.

3. La recuperación de antiguas aspiraciones y tendencias es­pirituales que llegan de una vida o vidas anteriores, lo cual está profundamente oculto en su propia naturaleza, pero se las puede hacer surgir a la superficie mediante el estí­mulo grupal. Recuerda así, en esta vida, deseos y aptitudes espirituales que hasta entonces no habían aparecido. Cree que son totalmente nuevos y fenoménicos, y los considera como mandatos divinos provenientes de Dios. Sin embargo, siempre han existido (aunque latentes) en la propia natu­raleza, y son resultado de una antigua tendencia u orienta­ción hacia la divinidad, inherente en todos los miembros de la familia humana. Es el hijo pródigo que, dialogando consigo mismo, exclama: “me levantaré e iré” -pasaje que Cristo aclara plena y bellamente en dicha parábola.

4.  La guía registrada puede ser simplemente, sensibilidad a las voces, mandatos y buenas intenciones de gente bené­vola que está en camino de reencarnar. El actual dilema es­piritual de la raza es causa del rápido retorno a la vida del plano físico de muchas almas evolucionadas. Mientras se ciernen sobre la zona limítrofe de la vida externa, esperan­do el momento de renacer, los seres humanos en encarna­ción frecuentemente establecen inconsciente y subjetivamente contacto con ellas, especialmente durante la noche cuando la conciencia está fuera del cuerpo físico. Lo que dicen y enseñan (con frecuencia bueno, por lo general me­diocre, y a veces bastante ignorante) es recordado en los momentos que despierta la conciencia, y el neófito lo in­terpreta como la voz de Dios que lo va guiando.

5.  Las guías pueden ser también de naturaleza emocional o astral, resultado de los contactos logrados en el plano astral por el aspirante -firme en su aspiración, pero débil en su polarización mental. Abarcan tantas expresiones que no puedo extenderme sobre ellas. Están coloreadas por el espe­jismo; un sin número de líderes, conductores y organiza­ciones bien intencionados extraen su inspiración de estas fuentes. No contienen verdadera ni duradera guía divina. Podrán ser inofensivas, afables, bondadosas y bien inten­cionadas; podrán nutrir la naturaleza emocional, desarro­llar la histeria o la aspiración; podrán despertar la ambi­ción de la víctima y conducirla por los desvíos de la ilusión, pero no constituyen la voz de Dios ni la de miembro alguno de la Jerarquía, y son tan divinas como pudiera serlo la voz de cualquier instructor común en el plano físico.

6.  La guía que se ha captado puede ser también el resultado de la sintonización telepática del sujeto, con la mente o mentes de otras personas. Esto sucede frecuentemente cuan­do se trata de personas inteligentes y de quienes están men­talmente enfocadas. Constituye una especie de telepatía di­recta, pero inconsciente. Por lo tanto; la guía proviene de otras mentes, o de las mentes enfocadas de un grupo de trabajadores con los cuales el hombre puede tener afinidad a sabiendas o no. Las guías que así se imparten podrán te­nerse en forma consciente o inconsciente, y ser de calidad buena, mala o neutra.

7. Los mundos mental y astral están llenos de formas mentales con las cuales es posible hacer contacto e interpretarlas co­mo guías. Los Guías de la raza pueden emplear dichas for­mas mentales para ayudar y guiar a la humanidad. También pueden ser utilizadas por fuerzas y entidades indeseables. Por lo tanto dichas formas mentales tienen su utilidad, pero cuando un hombre las interpreta cono guías divinas, que constituyen una orientación infalible (la cual evoca y exige una ciega e indiscutible aceptación), se convierten en una amenaza para el libre albedrío del alma y no tienen valor alguno.

8. En consecuencia, la guía es de muchos tipos y puede prove­nir de personas encarnadas o no, y clasificarse desde lo excelente a lo pésimo. Éstas incluyen la ayuda ofrecida por los verdaderos iniciados y adeptos, a través de sus activos discípulos y aspirantes, y esas actividades mentales y astra­les que desarrollan las personas inteligentes comunes, in­cluso las egoístas y emocionalmente orientadas. Debe re­cordarse que el verdadero iniciado o discípulo, nunca trata de controlar a una persona ni le indicará, como si impartiera órdenes, la acción que debería emprender. Innumerables personas sintonizan la enseñanza que las mentes entrenadas trasmiten a los discípulos, o captan telepática­mente las poderosas formas mentales creadas por los pen­sadores del mundo, o los miembros de la Jerarquía. De allí que haya tantas erróneas interpretaciones y tantos seudo-guías. A veces los hombres se apropian de lo que está des­tinado a un grupo, o de la sugerencia dada por un Maestro a Su discípulo.

9.  También dichas guías provienen de la propia y poderosa personalidad integrada del hombre, que a menudo no la re­conoce por lo que es. La ambición, el deseo o los propósitos vanidosos de la personalidad, podrán descender del cuerpo mental y plasmarse en el cerebro y, sin embargo, el hombre, en su conciencia cerebral, creerá que le llega desde una fuente externa y foránea. Sin embargo, él ha respondido todo el tiempo a los mandatos e impulsos de su propia per­sonalidad. Esto frecuentemente ocurre a tres tipos de per­sonas:

a.   Aquellos cuyo ego o personalidad pertenecen al sexto rayo.

b.   Los que están abiertos a los espejismos del plano astral, debido a la sobreestimulación del plexo solar.

c.   Los que son susceptibles, por una u otra razón, a la men­guante energía pisciana.

10.  Como es sabido, la guía puede provenir de la propia alma del individuo, cuando por la práctica de la meditación, la disciplina y el servicio, ha establecido contacto con ella y existe, por consiguiente, un canal directo de comunicación entre el alma y el cerebro, a través de la mente. Cuando dicha comunicación es clara y directa, constituye la verda­dera guía divina proveniente de la divinidad interna. Sin embargo, si la mente no se ha desarrollado, ni existe pu­reza de carácter y el hombre no está totalmente libre del control de la personalidad, la comunicación podrá ser distorsionada y mal interpretada. La mente debe aplicar debi­damente la verdad o la guía impartida. Cuando se capta correcta y verdaderamente la divina voz interna, sólo en­tonces la guía es infalible y la voz del Dios interno habla con claridad a Su instrumento, el hombre, en el plano físico.

11. Cuando esta última forma de guía se haya establecido, esta­bilizado, fomentado, desarrollado y comprendido, será po­sible lograr otros tipos de guías espirituales. Para ello se debe pasar a través de, o someterse a la norma de valores que constituyen el alma misma. La percepción del alma es parte de la percepción total. El reconocimiento de la percepción del alma acontece en forma gradual y progresiva en lo que respecta al hombre en el plano físico. Las células cerebrales deben ser despertadas paulatinamente y desarro­llada la correcta respuesta interpretativa. Por ejemplo, cuan­do el hombre es consciente del Plan de Dios, creerá que un Maestro o un miembro de la Jerarquía le imparte informa­ciones sobre dicho Plan, y podrá también pensar que el conocimiento le llega por medio del contacto inmediato esta­blecido con una forma mental del Plan. El obtener e inter­pretar correctamente este conocimiento, forzosa y sencillamente reconoce aquello que su alma inevitablemente sabe, porque su alma es un aspecto del alma universal y parte integrante de la Jerarquía planetaria.

Existen otras fuentes de donde provienen las guías, las ins­piraciones y las revelaciones, pero para los propósitos sicológicos de nuestro estudio bastará lo antedicho.

4 comentarios:

  1. No sé si esto está copiado o en parte inspirado en los libros de Alice Bayley ,ni quien es el autor de este artículo . Pero estoy de acuerdo con la esencia de este artículo .El problema de los guías es parte del espejismo que tenemos los buscadores espirituales.

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  2. Gracias por tu comentario!
    Como dice el título del post, efectivamente es extraído del libro PSICOLOGÍA ESOTÉRICA II, de Alice Bailey. Es textual del libro, en el item dentro de "Problemas de estímulo", "Los problemas de los guías, de los sueños y de la depresión".
    Saludos! :)

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  3. Gracias por el extenso artículo. El mismo ofrece muchas oportunidades para reflexionar.

    Hacia tiempo que no se publicaban entradas en este blog. Me alegra volver a leerlas.

    Gracias de nuevo

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    Respuestas
    1. Gracias a vos!!! Sí, mucho que reflexionar!!!
      :)
      Si deseás contactarnos vía facebook, podés sumarte al GRUPO OEAHOO http://www.facebook.com/groups/106303769425001/
      Saludos!!!

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