26.7.15

PLENILUNIO DE LEO . 31 de julio 2015




"Yo soy Ese y Ese soy Yo"


En el 5º signo, Leo, Hércules mata al león de Nemea. El 5 es el número del hombre, divino hijo de Dios, además del cuaternario en que consiste la cuádruple naturaleza inferior, el cuerpo mental, el cuerpo emocional, el cuerpo vital y la envoltura física.

En Aries, el alma tomaba la materia para relacionarse con el mundo de las ideas. Ella se revestía de envoltura mental. Agregaba a la individualidad sustancia mental para expresarse mejor. Es un alma pensante. En Tauro, hizo contacto con el deseo, el sentimiento y emociones, y es un alma conciente. En Géminis, un nuevo cuerpo de energía se construyó con las energías del alma y la materia, y es un alma viviente. Los dos polos estaban en armonía y apareció el cuerpo vital o etérico. En Cáncer, nacimiento físico e identificación de la unidad con la masa, se completó la encarnación y se manifestó la cuádruple naturaleza. El hombre vive en el plano físico. En Leo el hombre es la estrella de 5 puntas, símbolo de la individualización, de la humanidad, del ser humano que se conoce a sí mismo como individuo y como el Yo. En Leo se usan las palabras "Yo", “mi” y “mío”.

Según la Sabiduría oriental, el 5 es el más oculto y significativo de los números. Los seres celestiales y espirituales que encarnaron en la tierra, se manifestaron por el cuaternario, y entraron en la familia humana, 5º grupo de vidas divinas y combinaron los atributos duales del universo, lo espiritual y lo físico. Unificaron en ellos los dos polos. Eran exotéricos y esotéricos; objetivos y subjetivos. Así tenemos el 10, número de perfección y consumación humanas, de un ser humano perfectamente desarrollado y manifestado, equilibrio entre espíritu y materia. Es el número en que el espíritu no domina a la materia; el aspirante intenta subordinar la materia a los usos del espíritu y trastorna el equilibrio del 10.

A estos seres celestiales, que somos nosotros mismos, hijos de Dios encarnados, se les llama Señores del Conocimiento y de la Sabiduría, de la Voluntad y el Sacrificio, de la Devoción Infinita. Por propia voluntad estamos aquí. Para elevar la materia al cielo. El hombre no es lo que parece. Lo demostrará en Acuario, el opuesto a Leo. El individuo en Leo se transforma en el iniciado en Capricornio, y se manifiesta como hombre completo en Acuario.

La propiedad y la relación del 5º Mandamiento con el 5º trabajo y el 5º signo se vuelven manifestadas. "Honra a tu padre y a tu madre, que tus días puedan ser largos en la tierra que el Señor tu Dios te ha dado", pues en Leo, Padre‑espíritu y Madre‑materia se encuentran en el individuo y su unión produce el alma o el Yo. En este signo el hombre se reconoce como individuo y empieza el ciclo de experiencias para adquirir conocimiento, y también el hombre autoconciente empieza su entrenamiento para la inicia­ción. En este signo tenemos la última de las pruebas en el sendero probatorio. Cuando el trabajo de este signo termina, empieza el adiestramiento para la iniciación en Capricornio. Algo de control del pensamiento se ganó en Aries, y algún poder de transmutar el deseo se logró en Tauro. Las manzanas de la sabiduría se recogieron en Géminis y la distinción entre sabiduría y conoci­miento fue aprendida en parte, mientras que la necesidad de transmu­tar el instinto y el intelecto en intuición y de llevar a ambos al Templo del Señor, se entendió en Cáncer.







La cruz fija

Cruz del alma, de los salvadores del mundo, de Hércules, crucificado sobre esta Cruz Fija. Sus 4 signos son Sagrados y los encontramos 
en las criaturas vivientes del profeta Ezequiel: cara de hombre, Acuario; de león, Leo; de buey, Tauro; y de águila, Escorpio.

Leo está en la cruz fija en los cielos, la cruz donde el Cristo Cósmico y el Cristo individual son crucifica­dos, sacrificados, pues al desarrollar la conciencia de Cristo en la forma, varios aspectos de la naturaleza divina se ven como sacrificados. En Tauro la fuerza creativa se expresa por el deseo, el deseo sexual, transmutado en su aspecto superior. Tenía que ser elevado al cielo. En Leo, la mente cósmica actúa en el individuo como la razonadora mente inferior, y su aspecto inferior debe ser sacrificado y la pequeña mente del hombre subordinarse a la mente universal. En Escorpio, 3º brazo de la cruz fija, encontramos el amor cósmico o atracción cósmica, en su aspecto inferior, y lo llamamos la gran Ilusión; en Escorpio vemos al aspirante en la cruz, sacrificando la ilusión a la realidad. En Acuario, tenemos la luz de la conciencia universal iluminando al ser humano y realizando el sacrificio de la vida individual, fundiéndola en el todo universal. Esta es la verdadera crucifixión: el sacrificio del reflejo a la realidad, del aspecto inferior al superior, y de la unidad individual a la gran suma total. 
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