23.2.13

Enfermedades y problemas evocados por el pensamiento dirigido del grupo


Enfermedades y problemas
evocados por el pensamiento
dirigido del grupo

extraído textualmente de PSICOLOGÍA ESOTÉRICA II (AAB)

Es evidente que la principal y más importante de estas dificultades surge de la crítica grupal, verbal o fuertemente sentida. La crítica puede estar fundada en muchas cosas, pero generalmente tiene sus raíces en la envidia, en la ambición reprimida u orgullo del propio intelecto individual. Cada miembro de un grupo, especialmente los que pertenecen al círculo inmediato del dirigente o dirigentes, son propensos a erigirse en jueces. La responsabilidad no es de ellos, no conocen los problemas como realmente son, por lo tanto, les es fácil criticar. La crítica es un veneno virulento. En todos los casos perjudica al que critica y perjudica mucho más al que ha sido criticado. Cuando hay móvil puro, verdadero amor y una gran medida de desapego, los cuerpos sutiles de aquel que es atacado pueden permanecer inmunes, pero los efectos físicos serán muy definidos, y cuando hay una debilidad física o limitación, allí se localizará el veneno proyectado.

La crítica que no ha sido verbalmente difundida es muy peligrosa, porque está poderosa y fuertemente enfocada, aunque no ha sido dirigida individualmente; surge continuamente como chorro constante enviado en aras de la envidia, la ambición y el orgullo, porque ha habido una captación personal de una supuesta situación y el que crítica cree que comprende correctamente y que podría -si se le ofrece la oportunidad- actuar debidamente. Cuando la crítica se emite y se expresa en palabras. se refuerza mediante la colaboración de los que han sido influenciados por la crítica, y las consecuencias de este pensamiento dirigidos grupalmente pueden ocasionar un desastre físico y la desintegración del cuerpo físico del dirigente o de los dirigentes. Esto hará que la mayoría de grupos de la nueva era detengan sus pensamientos y libren a sus guías del impacto desastroso de sus críticas.

Aquí no me refiero al odio sino que se “erigen en jueces” de las vanas murmuraciones que parecen tan necesarias para el miembro común del grupo. Se asemeja al aliento de la muerte que no sólo mata al líder por el veneno acumulado y la angustia, sino que también puede matar la vida grupal y hacer abortar el esfuerzo que podría ser, si se le dedicara la debida colaboración y tiempo, un agente constructivo a través del cual la Jerarquía podría trabajar.

De todas partes y de todos los grupos le llegan al dirigente del grupo oleadas de críticas, pensamientos ponzoñosos, falsas ideas, vanas habladurías destructivas, imputación de móviles, envidia y odio inexpresados, ambiciones frustradas, resentimientos y deseos insatisfechos de destacarse, ser reconocido por el líder o líderes, o el deseo de verlo reemplazado por ellos mismos o por alguien, más otros tipos de egoísmo y orgullo mental. Esto produce resultados en el cuerpo físico del líder y frecuentemente en el cuerpo emocional. Por lo tanto, la responsabilidad de un miembro del grupo es muy grande, y muy pocas veces la reconoce o acepta. Resulta difícil apreciar los efectos desastrosos cuando una persona es el blanco de las críticas del grupo y cuando el pensamiento dirigido de un grupo de personas se enfoca en uno o dos individuos.

Cuanto más evolucionado el dirigente del grupo, mayor será el dolor y el sufrimiento. Las personas de primer rayo, que tienen por naturaleza “una técnica para aislarse”, sufren menos que la mayoría, pues saben cómo detener estas corrientes de fuerza dirigidas y desviarlas y -cuando no son personas profundamente espirituales- pueden devolverlas a los que las originaron y provoca grandes desastres en sus vidas. Las personas que pertenecen al segundo rayo no trabajan ni pueden hacerlo de esta manera. Son absorbentes por naturaleza y atraen magnéticamente todo lo que en su medio ambiente va dirigido hacia ellos. Por eso el Cristo sufrió la pena de muerte. Fue muerto por Sus enemigos y Sus seudo amigos.

¿Qué puede hacer un conductor o grupo de dirigentes en estas circunstancias desgraciadamente anormales y comunes? Nada, sino continuar con el trabajo. Retirarse dentro de sí mismo; decir la verdad con amor cuando se ofrece la oportunidad, rehusar amargarse por el dolor que le ocasiona el grupo y esperar hasta que sus miembros aprendan la lección de colaborar, de guardar silencio, de saber apreciar amorosamente y comprender inteligentemente los problemas que enfrentan todos los dirigentes de grupos...

En esta situación contraria, el guía es vencido (si puedo utilizar tal palabra) y oprimido por la devoción de ciertos miembros del grupo. Los guías del grupo casi pueden ser aniquilados por el amor que demuestra la gente hacia la personalidad, pero esto no es de naturaleza tan ponzoñosa como las dificultades ya mencionadas, porque se produce por el amor, no por la separatividad y el odio. Trae lo que se denomina esotéricamente la invalidación del que trata de servir y lo ata de pies y manos.

Trataré otra dificultad muy importante, porque es una actividad grupal llevada a cabo como un todo y no el acto de un individuo o de un puñado de individuos dentro del grupo. Me refiero a la forma en que hoy el grupo agota la vida de su líder o dirigente. El cordón umbilical (simbólicamente) rara vez se corta entre el dirigente y el grupo. Es el mayor error de los grupos de la era pisciana. Permanecían siempre vinculados a él o truncaban violentamente el vínculo y rompían las relaciones causando gran angustia e innecesario sufrimiento al grupo y al dirigente. En la nueva era, el cordón será tempranamente cortado en la vida del grupo, pero el líder o el grupo de líderes permanecerán siendo durante largo y tiempo (como la madre y el hijo) la inspiración guiadora, la fuerza amorosa protectora y un venero de instrucción y enseñanza. Cuando esto sucede el grupo puede emprender su camino y vivir como agente autodirigido, aunque el líder haya partido para el más allá, o se produzca un cambio en el liderazgo.

De acuerdo a cómo afluye la vida grupal y la actividad, así será el efecto -emocional y físico- producido sobre cualquier miembro sensitivo del grupo; cuanto más frecuente sea el contacto físico entre los miembros del grupo, más definidos serán los problemas y las dificultades grupales. Los grupos de la nueva era se mantendrán unidos por el eslabón subjetivo y no por una reacción emocional provocada por un contacto externo. Les pediré que reflexionen cuidadosamente sobre este último párrafo, porque contiene la clave para el trabajo exitoso de los nuevos grupos. De la vida grupal y de la atmósfera grupal provienen muchas infecciones que conducen a dificultades de naturaleza física. La enfermedad generalmente tiene origen grupal y a ella sucumben los místicos y sensitivos del mundo. En estas primeras etapas de verdadero trabajo grupal, las dificultades por los contactos grupales, son puramente fisiológicas y no están tan profundamente arraigadas. Las dificultades y las enfermedades físicas no son tan serias como las sicológicas.
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