16.2.13

LOS RAYOS



El Espíritu individualizado se expresa por los diversos tipos de rayo mediante el:


. PRIMER RAYO:
La centralización dinámica.
La energía destructora.
El poder egoísta.
El desamor.
El aislamiento.
La ambición de poder y autoridad.
El deseo de dominar.
La fortaleza y la propia voluntad expresadas, 

que conducen a:

El empleo dinámico de la energía para desarrollar el Plan.
El empleo de las fuerzas destructoras a fin de preparar el camino para los Constructores.
La voluntad al poder con el fin de colaborar.
La comprensión del poder como la mejor arma del amor.
La identificación con el ritmo del Todo.
La extinción del aislamiento.




. SEGUNDO RAYO:
El poder de construir para fines egoístas.
La capacidad de sentir el Todo y permanecer apartado.
El cultivo de un espíritu separatista.
La luz oculta.
La realización del deseo egoísta.
El anhelo por el bienestar material.
El egoísmo y la subordinación de los poderes del alma a ese fin,

que conducen a:

La construcción inteligente de acuerdo al Plan.
La inclusicidad.
El anhelo por obtener la sabiduría y la verdad.
La sensibilidad al Todo.
La renunciación a la gran herejía de la separatividad.
La revelación de la luz.
La verdadera iluminación.
El empleo correcto del lenguaje por la sabiduría adquirida.




. TERCER RAYO:
La manipulación de la fuerza por medio del deseo egoísta.
El empleo inteligente de la fuerza con un móvil erróneo.
La intensa actividad material y mental.
La aplicación de la energía como un fin en sí misma.
El anhelo de obtener gloria y belleza para objetivos materiales.
El sumergimiento en el espejismo, ilusión y maya,

que conducen a:

La manipulación de la energía, a fin de revelar la belleza y la verdad.
El empleo inteligente de las fuerzas para el desarrollo del Plan.
La actividad rítmica ordenada en colaboración con el Todo.
El deseo de obtener la correcta revelación de la divinidad y de la luz.
La adhesión a la correcta acción.
La revelación de la gloria y la buena voluntad.




. CUARTO RAYO:
La confusa lucha.
La comprensión de lo que es superior e inferior.
La oscuridad que precede a la expresión de la forma.
El ocultamiento de la intuición.
El sentimiento de la desarmonía y de la colaboración con la parte y no con el todo.
La identificación con la humanidad, la cuarta Jerarquía Creadora.
El indebido reconocimiento de lo que produce la palabra.
La sensibilidad anormal a lo que es el no-yo.
Los continuos puntos de crisis,

que conducen a:

La unidad y la armonía.
La evocación de la intuición.
El correcto juicio y la razón pura.
La sabiduría que se expresa por intermedio del Ángel de la Presencia.

... constantemente existe un concepto erróneo... El Cuarto Rayo de Armonía, Belleza y Arte, no es en sí el rayo del artista creador. El artista creador se halla sin excepción en todos los rayos. Éste es el rayo de la intuición y de la armonización de todo lo que ha sido llevado a cabo por la actividad de la vida de la forma, que luego es sintetizado y absorbido por el ángel solar; se manifiesta oportunamente como todo lo que puede ser evocado y desarrollado mediante el poder de la Vida Una (la Mónada), actuando a través de la expresión de la forma. Es el punto de encuentro de todas las energías que fluyen a través de la tríada espiritual superior y la triplicidad inferior.




. QUINTO RAYO:
La energía de la ignorancia.
La crítica.
El poder de razonar y destruir.
La separación mental.
El deseo de conocimiento, que conduce a la actividad material.
El análisis detallado.
El materialismo intenso y la momentánea negación de la Deidad.
La intensificación del poder de aislar.
La implicación que produce el énfasis erróneo.
Los distorsionados puntos de vista sobre la verdad.
La devoción mental a la forma y a su actividad.
La teología,

que conducen a:

El conocimiento de la realidad.
La comprensión del alma y sus potencialidades.
El poder de reconocer y hacer contacto con el Ángel de la Presencia.
La sensibilidad a la Deidad, la luz y la sabiduría.
La devoción espiritual y mental.
El poder de recibir la iniciación (este punto es de verdadera importancia).



. SEXTO RAYO:
La violencia. El fanatismo. La adhesión volitiva a un ideal.
La ceguera.
La militancia y la tendencia a producir dificultades en las personas y los grupos.
El poder de ver sólo el punto de vista propio.
La suspicacia respecto a los móviles del semejante.
La reacción rápida al espejismo y a la ilusión.
La devoción emocional y el idealismo confuso.
La actividad vibratoria entre los pares de opuestos.
La intensa capacidad de ser personal y hacer resaltar las personalidades,

que conducen a:

El idealismo incluyente y dirigido.
La constante percepción por medio de la expansión de la conciencia.
La reacción y la simpatía con el punto de vista de los demás.
La disposición a ver que el trabajo de otros progresa en la dirección elegida.
La elección del camino medio.
La paz y no la guerra. El bien del Todo y no de la parte.




. SEPTIMO RAYO:
La magia negra, o el empleo de los poderes mágicos para fines egoístas.
El poder de "permanecer a la expectativa" hasta que emerjan los valores egoístas.
El desorden y el caos por la comprensión errónea del Plan.
El empleo erróneo del lenguaje para lograr el objetivo elegido.
La falta de veracidad.
La magia sexual. La perversión egoísta de los poderes del alma,

que conducen a:

La magia blanca: empleo de los poderes del alma para fines espirituales.
La identificación de uno mismo con la realidad.
El correcto orden por medio de la correcta magia.
El poder de colaborar con el Todo.
La comprensión del Plan.
El trabajo mágico de la interpretación.
La manifestación de la divinidad.



Un detenido estudio sobre las frases citadas, que demuestran las erróneas y las correctas expresiones principales de la fuerza de rayo, ayudará al estudiante a comprender con exactitud su propia naturaleza de rayo, como también el grado de desarrollo que posee. Uno de los mayores defectos es poner demasiada atención a los defectos, errores y actividades de otros discípulos, y muy poca al propio cumplimiento de la ley del amor y a su propio deber y trabajo. El segundo defecto es el empleo incorrecto del lenguaje, motivado por la crítica o el deseo individual de figurar, lo cual imparte significados ambiguos. El neófito estaba obligado a guardar un prolongado silencio. No se le permitía hablar. Esto fue dispuesto para frenar la expresión física de las palabras e ideas erróneas, debido al inadecuado conocimiento que poseía. Hoy debe aprender la misma lección, poner atención a la perfección y al trabajo personales, mediante ese silencio interno que ampara al discípulo y lo obliga a atender su propio trabajo y ocupación, dejando que los demás hagan lo mismo, y así aprender la lección de la experiencia. Gran parte de la correcta actividad está actualmente obstaculizada a causa del intercambio de palabras entre discípulos, pues a menudo pierden mucho tiempo discutiendo el trabajo y las actividades de otros discípulos. La humanidad necesita, más que nunca, guardar silencio; necesita tiempo para reflexionar y tener la oportunidad de sentir el ritmo universal. Los discípulos modernos si quieren realizar su trabajo como es de desear y colaborar correctamente con el Plan, necesitan de esa quietud reflexiva interna que no niega la intensa actividad externa, pero que los libera de las críticas verbales, de las discusiones febriles y de la constante preocupación por el deber y por los móviles y métodos de sus condiscípulos.
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