28.3.13

LA INOFENSIVIDAD (Alice Bailey)


“Si la inofensividad es la nota clave en sus vidas, podrán producir más condiciones armónicas en la personalidad, que cualquier disciplina en otras lineas. La depuración drástica obtenida al alcanzar la inofensividad ayudará mucho a eliminar estados erróneos de conciencia.
La inofensividad es la fuerza más poderosa que existe en la actualidad. No me refiero a la no resistencia, sino a esa actitud metal positiva del que no piensa mal. El que no tiene malos pensamientos ni hace mal a nadie es un ciudadano del mundo de Dios.
La inofensividad prepara el camino para que fluya la vida; elimina las obstrucciones que impiden la libre afluencia del amor y es la llave que libera la naturaleza inferior de las garras de la ilusión mundial y el poder de la existencia fenoménica.
La inofensividad produce, en la vida, cautela en el juicio,reticencia al hablar, habilidad para abstenerse de toda acción impulsiva y demuestra un espíritu exento de crítica. De esta manera, las fuerzas del verdadero amor y también esas energías espirituales que parecen vitalizar la personalidad pasarán libremente y, en consecuencia, conducirán a la acción correcta.
Estudien su conducta diaria, sus palabras y sus pensamientos, hasta lograr se completamente inofensivos. Oblíguense a pensar sobre esas ideas, respecto a ustedes y a los demás, para que sean constructivas y positivas y, por tanto, de efectos inofensivos. Examinen el efecto emocional que ustedes producen sobre otros, de manera que ningún estado de ánimo, de depresión o de reacción emocional pueda dañar al semejante. Recuerden, en conexión con esto, que la aspiración espiritual violenta y el entusiasmo mal aplicado o mal orientado pueden fácilmente herir a un semejante; por lo tanto, cuiden sus tendencias erróneas y no sólo sus virtudes.
La inofensividad a que me refiero, concierne a ustedes, no es la actividad negativa, dulce o bondadosa, como muchos creen. Es un estado mental que, de ninguna manera, niega la acción firme y drástica. Concierne al móvil e involucra la determinación de que el móvil detrás de toda actividad debe ser la buena voluntad. Este móvil puede conducir a hechos y a palabras positivas, a veces desagradables, pero como la inofensividad y la buena voluntad condicionan el acercamiento mental, no puede surgir otra cosa que el bien.
Quien trate de practicar la inofensividad positiva, que se manifiesta en el correcto pensar (por estar basado en el amor inteligente), en el correcto hablar (por estar regido por el autocontrol), en la correcta acción (por estar fundada en la comprensión de la ley), descubrirá que tal tentativa exigirá todos los recursos de su ser y tomará mucho tiempo realizarlo. No es la inofensividad que proviene de la debilidad y de una disposición sentimental afectiva, que rehúye las molestias, porque trastorna la armonía establecida de la vida. No es la inofensividad del hombre o mujer negativos, impotentes y poco evolucionados., que no tienen el poder de perjudicar, por estar mal equipados para hacer daño.
Al contrario, la inofensividad brota de la verdadera comprensión y control de la personalidad por el alma, la que lleva inevitablemente a la expresión espiritual de la vida diaria. Emana de la capacidad de penetrar en la conciencia y en la comprensión de nuestro prójimo y, cuando se ha logrado, todos se perdona y se pierde de vista en el anhelo de ayudar y auxiliar.
Por lo tanto, habrán visto por qué he señalado tan enfáticamente la necesidad de la inofensividad, pues es el método científico por excelencia, hablando esotéricamente, de limpiar la casa y purificar los centros y permitir la entrada de energías superiores.”

24.2.13

La tendencia a la síntesis


La tendencia a la síntesis
extraído textualmente de PSICOLOGÍA ESOTÉRICA II (AAB)

El primero de los factores que revela la naturaleza divina y el primero de los grandes aspectos sicológicos de Dios es la ten­dencia a la síntesis, que existe en toda naturaleza, en toda conciencia y es la vida misma. El impulso motivador de Dios y su descollante deseo es lograr la unión y la unificación. Ésta fue la tendencia o cualidad que el Cristo trató de revelar y dramatizar para la humanidad. En lo que se refiere al cuarto reino de la naturaleza, Sus grandiosos pronunciamientos, expresados en el capítulo XVII de San Juan, son un llamado a la síntesis y nos exhortan a alcanzar nuestra meta: 
“Ya no estoy en el mundo; pero ellos están en el mundo y yo voy a Ti, Padre Santo, los que me has dado vigílalos en tu nombre, para que sean Uno, así como lo somos nosotros...
Les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No te ruego que los saques del mundo, sino que los protejas del mal.
No son ellos del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Pero no ruego solamente por ellos, sino también por los que han de creer en mi, por la palabra de ellos.
Para que todos sean uno, así como tú, oh Padre, estás en mí, y yo en Ti, que también ellos estén en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
La gloria que tú me has dado yo les he dado para que sean uno así como nosotros somos uno.
Padre, aquello que me has dado, deseo que donde yo estoy, ellos estén conmigo; para que vean la gloria que me has dado; por cuanto me has amado desde antes de la fundación del mundo.”

Esto nos indica la síntesis del alma y del espíritu, y también subraya la síntesis del alma y la materia, completando la fusión y la deseada unificación.

Pero la síntesis de la Deidad, Su tendencia a mezclar y fusio­nar, es mucho más incluyente y universal que cualquier posible expresión del reino humano que sólo es una pequeña parte del todo mayor. El hombre no es todo lo que puede llegar a ser ni es la consumación del pensamiento de Dios. El alcance de este instinto a la síntesis sustenta a todos los uni­versos, constelaciones, sistemas solares, planetas y reinos de la naturaleza, así como también el aspecto actividad y la realización del hombre, el individuo. Dicho instinto es el principio que rige a la conciencia misma, y la conciencia es la síquis o alma que pro­duce la vida síquica; es percepción subhumana, humana y divina.

Respecto al hombre, se han postulado las siguientes expresio­nes sicológicas:
1. Instinto. Está debajo del nivel de la conciencia, pero protege y gobierna los hábitos la vida del organismo. Gran parte de la vida emocional es regida de este modo. El instinto controla por intermedio del plexo solar y de los centros inferiores.

2. Intelecto. Es autoconciencia inteligente que guía y dirige la actividad de la personalidad integrada, por medio de la mente y el cerebro, actuando a través de los centros laríngeo y ajna.

3. Intuición. Es la conciencia gru­pal y, oportunamente, controlará nuestras mutuas relaciones, cuando funcionemos como unidades grupales. Actúa a través del corazón del centro cardíaco, y es ese instinto elevado que permite al hombre reconocer y someterse a su alma y también a su control e impresión de la vida. 

4. Iluminación. Esta palabra debería emplearse para designar a la conciencia superhumana. Este instinto divi­no permite al hombre reconocer el todo del cual forma parte. Actúa mediante el alma del hombre, utilizando el centro coro­nario y, eventualmente, inunda de luz o energía a todos los centros, vinculando al hombre conscientemente con las corres­pondientes partes del divino Todo.

La tendencia a la síntesis constituye el instinto inherente en todo el universo y, sólo ahora, el hombre está percibiendo su proximidad y potencia.

Este atributo divino del hombre hace que su cuerpo físico sea parte integrante del mundo físico; lo hace síquicamente gregario y está dispuesto a vivir en grupos (por elección u obligación). Este principio, actuando o funcionando por medio de la conciencia humana, ha conducido a la formación de nuestras enormes y modernas ciudades -símbolos de una futura civilización más elevada, denominada Reino de Dios, donde las relaciones entre los hombres serán excesiva y síquicamente estrechas. El instinto a la unificación subyace en el misticismo  las religiones, pues el hombre busca siempre una relación más estrecha con Dios y nada puede detener esta unificación (en la conciencia) con la Deidad. El instinto es la base de su sentido de inmortalidad y garantiza la unión con el polo opuesto de la personalidad, el alma.

Siendo un atributo de la Deidad y un instinto divino y parte de la vida subconsciente de Dios Mismo, es evidente que, dada la premisa original de que existe un Dios trascendente e inmanente, no tenemos por qué temer ni tener malos presenti­mientos. Los instintos de Dios son más fuertes, vitales y puros que los de la humanidad y, con el tiempo, triunfarán, se expresarán y florecerán en toda su plenitud. Los instintos inferiores, contra los cuales lucha el hombre, sólo son distorsiones -en tiempo y espacio- de la realidad; de ahí el valor que tiene la enseñanza ocultista cuando dice que reflexionando sobre lo bueno, lo bello y lo verdadero, trasmutamos nuestros instintos inferiores en cuali­dades divinas superiores. El poder atractivo de la naturaleza instintiva de Dios, con su capacidad para sintetizar, atraer y mezclar, colabora con los poderes incomprendidos de la naturaleza del hombre y hace que la oportuna unificación con Dios, en vida y propósito, sea un acontecimiento inevitable e irresistible.

Los estudiantes pueden vincular las leyes del universo y de la naturaleza a este instinto o tendencia a la síntesis y a la unificación, el cual está estrechamente relacionado con la Ley de Atracción y el Principio de Coherencia. En el futuro se realizarán grandes estudios sobre estas relaciones. Esta serie de libros de texto sobre ocultismo y fuerzas ocultas que he escrito, están des­tinados a servir de jalones y faros en el camino del conocimiento. Contienen indicios y sugerencias, pero cada estudiante debe inter­pretarlos de acuerdo a la luz que posee, analizar lo que acontece a su alrededor a la luz del Plan y del conocimiento que aquí se imparte y tratar de descubrir por sí mismo el surgimiento de la naturaleza síquica instintiva de la Deidad en los asuntos mun­diales y en su propia vida, porque esto sucede constantemente. También ha de recordar que él posee una naturaleza síquica que es parte de un todo mayor y está sujeto, por lo tanto, a recibir impresiones de fuentes divinas. Debe cultivar la tendencia a la síntesis y convertir en uno de los pensamientos clave de su vida diaria, las palabras: “que mi conciencia no sea separatista”.

El instinto a la síntesis (porque concierne a la naturaleza síquica de la Deidad) nada tiene que ver con la expresión física del sexo, pues éste está regido por otras y leyes controlado por la naturaleza física. H.P.B. dijo que el cuerpo físico no es un principio. Las siete tendencias básicas que estamos analizando son estrictamente síquicas o sicológicas.

La captación de la naturaleza de estos impelentes atributos síquicos de Dios deberían capacitar al hombre para poner todo el peso de su aspiración síquica del lado de estas emergentes cuali­dades. Por ejemplo, en la vida diaria, tendría que trabajar por lograr la unificación con todos los seres, tratando de penetrar en el corazón de su hermano; esforzarse para llegar a ser uno con la vida de todas las formas; rechazar toda tendencia a las reac­ciones separatistas, porque conciernen a la innata siquis heredada de los átomos, de la materia y la sustancia, que consti­tuyen la naturaleza forma, los cuales han sido traídos, reordena­dos y reconstruidos en las formas que pertenecen a la actual manifestación de Dios. Contienen en sí las simientes de la vida material y síquica, adquiridas en un universo anterior. No existe otro mal.

La sepa­ratividad es contrarrestada cuando el hombre permite que la “tendencia hacia la síntesis” afluya a través de él como potencia divina y condicione su conducta. Dichas tendencias divi­nas han constituido los impulsos básicos y subconscientes desde los albores de la evolución. La humanidad puede adaptarse hoy conscientemente a ellos y apresurar el momento en que reinará la verdad, la belleza y la bondad.

Los discípulos mundiales y el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, los aspirantes inteligentes y activos, tienen hoy la responsabilidad de reconocer estas tendencias y la tendencia a la unificación. El trabajo de la Jerarquía está en la actualidad peculiarmente conectado con esto, y Ella y todos nosotros, debemos fomentar y nutrir esta tendencia, dondequiera la observemos. La estandarización y la regimenta­ción de las naciones sólo son un aspecto de este movimiento para lograr la síntesis, pero está siendo mal aplicado y prematuramente puesto en vigencia. Todos los movimientos que tienden a las sín­tesis nacional y mundial, son buenos y correctos; pero deben ser consciente y voluntariamente emprendidos por hombres y mujeres inteligentes; los métodos empleados para llevar a cabo esta fusión no deben infringir la ley del amor. El impulso actual hacia la unidad religiosa es también parte de la belleza que emerge y, aunque las formas deben desaparecer (porque son el origen de la separatividad), debe ser desarrollada la síntesis espiritual interna. Se mencionan aquí estos dos destacados ejemplos de esta divina tendencia, cuando emergen en la conciencia humana, porque deben ser reconocidos. Todas las almas que están en proceso de despertar tienen que trabajar para tales fines. Desde el momento que hay un conocimiento y destello de comprensión, allí comienza la res­ponsabilidad del hombre.

Estudiemos las tendencias mundiales de hoy, que indican la presencia activa de esta tendencia, y fomentémosla allí donde podamos... una tarea práctica y ardua. La imposición de un atributo síquico divino presentido en la vida de la forma (con sus propios hábitos síquicos) pondrá a prueba los poderes de cualquier discípulo. Se nos exhorta a realizarlo para bien del Todo mayor.

23.2.13

Enfermedades y problemas evocados por el pensamiento dirigido del grupo


Enfermedades y problemas
evocados por el pensamiento
dirigido del grupo

extraído textualmente de PSICOLOGÍA ESOTÉRICA II (AAB)

Es evidente que la principal y más importante de estas dificultades surge de la crítica grupal, verbal o fuertemente sentida. La crítica puede estar fundada en muchas cosas, pero generalmente tiene sus raíces en la envidia, en la ambición reprimida u orgullo del propio intelecto individual. Cada miembro de un grupo, especialmente los que pertenecen al círculo inmediato del dirigente o dirigentes, son propensos a erigirse en jueces. La responsabilidad no es de ellos, no conocen los problemas como realmente son, por lo tanto, les es fácil criticar. La crítica es un veneno virulento. En todos los casos perjudica al que critica y perjudica mucho más al que ha sido criticado. Cuando hay móvil puro, verdadero amor y una gran medida de desapego, los cuerpos sutiles de aquel que es atacado pueden permanecer inmunes, pero los efectos físicos serán muy definidos, y cuando hay una debilidad física o limitación, allí se localizará el veneno proyectado.

La crítica que no ha sido verbalmente difundida es muy peligrosa, porque está poderosa y fuertemente enfocada, aunque no ha sido dirigida individualmente; surge continuamente como chorro constante enviado en aras de la envidia, la ambición y el orgullo, porque ha habido una captación personal de una supuesta situación y el que crítica cree que comprende correctamente y que podría -si se le ofrece la oportunidad- actuar debidamente. Cuando la crítica se emite y se expresa en palabras. se refuerza mediante la colaboración de los que han sido influenciados por la crítica, y las consecuencias de este pensamiento dirigidos grupalmente pueden ocasionar un desastre físico y la desintegración del cuerpo físico del dirigente o de los dirigentes. Esto hará que la mayoría de grupos de la nueva era detengan sus pensamientos y libren a sus guías del impacto desastroso de sus críticas.

Aquí no me refiero al odio sino que se “erigen en jueces” de las vanas murmuraciones que parecen tan necesarias para el miembro común del grupo. Se asemeja al aliento de la muerte que no sólo mata al líder por el veneno acumulado y la angustia, sino que también puede matar la vida grupal y hacer abortar el esfuerzo que podría ser, si se le dedicara la debida colaboración y tiempo, un agente constructivo a través del cual la Jerarquía podría trabajar.

De todas partes y de todos los grupos le llegan al dirigente del grupo oleadas de críticas, pensamientos ponzoñosos, falsas ideas, vanas habladurías destructivas, imputación de móviles, envidia y odio inexpresados, ambiciones frustradas, resentimientos y deseos insatisfechos de destacarse, ser reconocido por el líder o líderes, o el deseo de verlo reemplazado por ellos mismos o por alguien, más otros tipos de egoísmo y orgullo mental. Esto produce resultados en el cuerpo físico del líder y frecuentemente en el cuerpo emocional. Por lo tanto, la responsabilidad de un miembro del grupo es muy grande, y muy pocas veces la reconoce o acepta. Resulta difícil apreciar los efectos desastrosos cuando una persona es el blanco de las críticas del grupo y cuando el pensamiento dirigido de un grupo de personas se enfoca en uno o dos individuos.

Cuanto más evolucionado el dirigente del grupo, mayor será el dolor y el sufrimiento. Las personas de primer rayo, que tienen por naturaleza “una técnica para aislarse”, sufren menos que la mayoría, pues saben cómo detener estas corrientes de fuerza dirigidas y desviarlas y -cuando no son personas profundamente espirituales- pueden devolverlas a los que las originaron y provoca grandes desastres en sus vidas. Las personas que pertenecen al segundo rayo no trabajan ni pueden hacerlo de esta manera. Son absorbentes por naturaleza y atraen magnéticamente todo lo que en su medio ambiente va dirigido hacia ellos. Por eso el Cristo sufrió la pena de muerte. Fue muerto por Sus enemigos y Sus seudo amigos.

¿Qué puede hacer un conductor o grupo de dirigentes en estas circunstancias desgraciadamente anormales y comunes? Nada, sino continuar con el trabajo. Retirarse dentro de sí mismo; decir la verdad con amor cuando se ofrece la oportunidad, rehusar amargarse por el dolor que le ocasiona el grupo y esperar hasta que sus miembros aprendan la lección de colaborar, de guardar silencio, de saber apreciar amorosamente y comprender inteligentemente los problemas que enfrentan todos los dirigentes de grupos...

En esta situación contraria, el guía es vencido (si puedo utilizar tal palabra) y oprimido por la devoción de ciertos miembros del grupo. Los guías del grupo casi pueden ser aniquilados por el amor que demuestra la gente hacia la personalidad, pero esto no es de naturaleza tan ponzoñosa como las dificultades ya mencionadas, porque se produce por el amor, no por la separatividad y el odio. Trae lo que se denomina esotéricamente la invalidación del que trata de servir y lo ata de pies y manos.

Trataré otra dificultad muy importante, porque es una actividad grupal llevada a cabo como un todo y no el acto de un individuo o de un puñado de individuos dentro del grupo. Me refiero a la forma en que hoy el grupo agota la vida de su líder o dirigente. El cordón umbilical (simbólicamente) rara vez se corta entre el dirigente y el grupo. Es el mayor error de los grupos de la era pisciana. Permanecían siempre vinculados a él o truncaban violentamente el vínculo y rompían las relaciones causando gran angustia e innecesario sufrimiento al grupo y al dirigente. En la nueva era, el cordón será tempranamente cortado en la vida del grupo, pero el líder o el grupo de líderes permanecerán siendo durante largo y tiempo (como la madre y el hijo) la inspiración guiadora, la fuerza amorosa protectora y un venero de instrucción y enseñanza. Cuando esto sucede el grupo puede emprender su camino y vivir como agente autodirigido, aunque el líder haya partido para el más allá, o se produzca un cambio en el liderazgo.

De acuerdo a cómo afluye la vida grupal y la actividad, así será el efecto -emocional y físico- producido sobre cualquier miembro sensitivo del grupo; cuanto más frecuente sea el contacto físico entre los miembros del grupo, más definidos serán los problemas y las dificultades grupales. Los grupos de la nueva era se mantendrán unidos por el eslabón subjetivo y no por una reacción emocional provocada por un contacto externo. Les pediré que reflexionen cuidadosamente sobre este último párrafo, porque contiene la clave para el trabajo exitoso de los nuevos grupos. De la vida grupal y de la atmósfera grupal provienen muchas infecciones que conducen a dificultades de naturaleza física. La enfermedad generalmente tiene origen grupal y a ella sucumben los místicos y sensitivos del mundo. En estas primeras etapas de verdadero trabajo grupal, las dificultades por los contactos grupales, son puramente fisiológicas y no están tan profundamente arraigadas. Las dificultades y las enfermedades físicas no son tan serias como las sicológicas.

20.2.13

El problema de los guías (PSICOLOGIA ESOTÉRICA II, AAB)

El Problema de los Guías es peculiarmente difícil de resolver, porque está basado en el innato e instintivo reconocimiento de la realidad de la existencia de Dios y de Su Plan. La mayoría de los reformistas bien intencionados, explotan hoy esta inherente reacción espiritual e instintiva, pero no le han dedicado verdadera atención al sujeto o al fenómeno que responde externamente al impulso subjetivo. La mayoría de las veces es el caso del ciego que guía a otro ciego. Podríamos definir el problema que crean los guías, como el método por el cual el hombre, por autosugestión, provoca en sí mismo un estado de negatividad y (mientras se halla en ese estado) es consciente de sus inclinaciones, de los im­pulsos, anhelos, voces, órdenes captadas con nitidez, revelaciones sobre las normas de conducta que debe seguir y la carrera que debe profesar, además de las indicaciones generales que “Dios” le propone al atento, negativo y receptivo sujeto, respecto a sus actividades. En este estado de casi sublimada percepción de la in­sistente demanda, proveniente de los reinos subjetivos del ser o del pensamiento, el hombre es impelido a seguir una corriente de actividad que puede llevarlo a una permanente orientación de su vida (a veces inofensiva y otras muy deseable), o ser sólo de efecto temporario, una vez que ese anhelo de responder se haya agotado. Pero en cualquier caso, la fuente de donde surge la dirección y el origen de la guía es denominada vagamente “Dios”, se la considera divina y calificada como la voz del “Cristo inter­no” o dirección espiritual. Por lo general se le aplican infinidad de términos análogos, según la escuela de pensamiento a la que per­tenece el individuo o la que ha logrado atraer su atención.

Con el tiempo veremos que aumentará la tendencia a ser guiados subjetivamente en una forma u otra, a medida que la humanidad se va orientando hacia lo subjetivo, percibiendo en forma más definida los reinos del ser interno y acrecentando su tendencia hacia el mundo de significados. Por esta razón deseo hacer un análisis relativamente cuidadoso de las posibles fuentes en donde se origina la orientación, para que los entes se den cuen­ta, por lo menos, que el tema es mucho más vasto y complicado de lo que creen, y que sería inteligente asegurarse el origen de la guía otorgada a fin de saber con más exactitud hacia donde van. No deben olvidar que la ciega e irrazonable sujeción a un guía (como sucede hoy) convierte al hombre, oportunamente, en un autómata negativo e impresionable. Si esto prevaleciera univer­salmente y los métodos actuales se convirtieran en hábitos arrai­gados, la raza perdería todo derecho a su posesión más divina, el libre albedrío. No hay temor inmediato de que esto suceda si los hombres y mujeres inteligentes reflexionan sobre el problema. Infinidad de egos avanzados vienen a la encarnación a conjurar el peligro, y también innumerables discípulos, cuyas voces se ele­van claras y fuertes, abogan por el libre albedrío y la comprensión inteligente del Plan de Dios.

Podría serles de valor si enumerara nuevamente las escuelas de pensamiento cuya principal atracción consiste en ofrecer “guías”, o cuyos métodos y doctrinas tienden a desarrollar el oído interno, pero no enseñan a discernir el origen de dichos guías ni a diferenciar entre los distintos sonidos, voces y seudo instrucciones inspiradas, que el oído interno entrenado puede registrar.

Las personas emotivas que pertenecen a las iglesias de cual­quier denominación o creencia, tienden a buscar la forma de eva­dir las dificultades y vicisitudes de la vida, viviendo siempre con la sensación de la Presencia guiadora de Dios, conjuntamente con la ciega obediencia a lo que genéricamente denominan “la voluntad de Dios”. La práctica de la Presencia de Dios es en verdad un paso necesario y deseable, pero la gente debería com­prender lo que ello significa y cambiar constantemente el sen­tido de la dualidad por el de la identificación. La voluntad de Dios podrá aparecer como la imposición de las circunstancias y condiciones de la vida, de las cuales no hay escapatoria posible; el individuo que sufre esta imposición la acepta y no trata de aminorar, ni siquiera mejorar, y a veces tampoco evitar las cir­cunstancias. Interpreta de tal manera su situación y destino, que determina, plácida y sumisamente, vivir dentro del círculo infranqueable y de las limitaciones que le han sido impuestas. Desa­rrolla inevitablemente un espíritu de sumisión y obediencia, so­porta, convencido, de que su situación expresa la voluntad de Dios. En los más sublimes estados de obediencia, las personas sensitivas hacen alarde de su sumisión, pero no se dan cuenta de que la voz que han escuchado es la propia. Creen que es la Dios. La comprensión, el reconocimiento de la Ley de Causa y Efecto (que actúa una vida tras otra) y la interpretación de que el pro­blema es una lección que debe aprender, significará la liberación de la negatividad y la aceptación ciega e irreflexiva. La vida no pide obediencia ni aceptación, exige actividad. Pide que se separen los valores buenos y elevados de los indeseables; que se cultive ese espíritu de lucha que traerá organización y compren­sión y permitirá entrar oportunamente en una etapa donde desem­peñará una actividad espiritual útil.

Las personas que participan en la actividad de esas escuelas de pensamiento, con infinidad de nombres: la Escuela de la Ciencia Mental (Mental Science), grupos del Nuevo Pensa­miento (New Thought), Ciencia Cristiana (Christian Science) y muchos grupos similares, propenden a caer en un estado de nega­tividad basado en la autosugestión. La constante repetición del hecho (aún incomprendido) de la realidad de la divinidad, evo­cará oportunamente la respuesta del aspecto forma de la vida, lo cual -aunque no sea una guía verbal- constituye el reconocimiento de una especie de guía, que impide el libre albe­drío, y es una reacción en amplia escala de lo mencionado antes. Así como en el primer caso tenemos la ciega aceptación de un destino indeseable, porque creen que tal es la voluntad de Dios y dicha Voluntad debe ser buena y correcta, en el otro caso existe el propósito de conmover al hombre subjetivo para que acep­te una condición totalmente opuesta. Se le enseña que no existen malas condiciones, excepto las que él mismo puede crear; que no existe dolor ni nada que pueda considerarse indeseable; se le in­cita a reconocer que él es divino y el heredero de las edades, y que las malas condiciones, las limitadas circunstancias y los aconteci­mientos adversos, son producto de su propia imaginación creadora, y se le explica que en realidad no existen.

En ambas escuelas de pensamiento se enseña y recalca la ver­dad sobre el destino, a medida que se cumple bajo la ley de Causa y Efecto, y sobre la divinidad innata en el hombre, pero en ambos casos el hombre es un sujeto negativo y vio tima de un destino cruel, o de su propia divinidad. Premeditadamente empleo esta fraseología porque ansío que los lectores comprendan que el des­tino nunca ha tenido por finalidad convertir al hombre en víctima inerme de las circunstancias ni en instrumento autohipnotizado de una aseverada y no desarrollada divinidad. El hombre está des­tinado a ser árbitro inteligente de su propio destino y consciente exponente de su innata divinidad, el Dios interno.

Nuevamente repito, las escuelas esotéricas, teosóficas y rosacruces, tienen también (especialmente en sus aulas internas) sus propios métodos ilusorios para servir de guías. Son distintos de los dos anteriores, pero los resultados en gran parte similares, re­ducen al estudiante a la condición de ser guiados, a menudo dirigidos por voces ilusorias. Con frecuencia los dirigentes de dichas organizaciones pretenden estar en comunicación directa con un Maestro, o con toda la Jerarquía de Maestros, de Quienes reciben órdenes. Estos dirigentes a su vez imparten dichas órdenes a los miembros menores de la organización y esperan una rápida e indiscutida obediencia. En el sistema de entrenamiento que se im­parte con la denominación de desarrollo esotérico, se ofrece como aliciente para el trabajo y la práctica de la meditación, una rela­ción similar con el Maestro o la Jerarquía, haciéndole creer al aspi­rante que algún día escuchará la voz de su Maestro, que lo guiará, le dirá lo que debe hacer y le explicará la participación que tendrá en los diversos trabajos. Gran parte de las dificultades sicológicas que prevalecen en los grupos esotéricos puede atri­buirse a esa actitud y a esa esperanza ilusoria que se le ofrece al neófito. En vista de esto no puedo dejar de repetir enfáticamente que:

1.  El objetivo de la enseñanza impartida en las verdaderas es­cuelas esotéricas consiste en poner al hombre en contacto cons­ciente con su alma y no con el Maestro.

2.  El Maestro y la Jerarquía de Maestros trabajan únicamen­te en el plano del alma, como alma y con almas.

3.  La respuesta consciente a la impresión y al Plan jerár­quicos depende de la reacción sensible que pueda desarro­llarse en forma permanente entre el alma del hombre y su cerebro, por conducto de su mente.

4.   Deben recordarse los puntos siguientes, que cuando:

a.  El hombre llega conscientemente a darse cuenta de que es un alma, entonces puede establecer contacto con otras almas.

b.  Es un discípulo consciente, está en contacto con otros discípulos y colabora inteligentemente con ellos.

c.  Es un iniciado, otros iniciados son realidades en su vida y en su conciencia.

d.  Es un Maestro, la libertad que le otorga el Reino de los Cielos es suya, y trabaja conscientemente como miem­bro avanzado de la Jerarquía.

Pero -y esto es de primordial importancia- todas es­tas diferenciaciones se refieren a las categorías del tra­bajo y no a las de las personas; a las expansiones del alma y no a graduados contactos con personalidades. De acuerdo al desarrollo del alma, logrado en el plano físico, así será la respuesta al mundo de las almas, del cual la Jerarquía oculta constituye el corazón y la mente.

La guía a la cual frecuentemente responden la mayoría de los miembros que pertenecen a las escuelas esotéricas, no es la guía de la Jerarquía sino la de Su reflejo astral, por lo tanto, res­ponden a una ilusoria y desfigurada presentación, creada por el hombre, de una gran realidad espiritual. Ellos podrían, si qui­sieran, responder a esa realidad.

Aparte de las escuelas comunes de ocultismo y de esote­rismo que existen actualmente en el mundo hay grupos y tam­bién individuos aislados que practican diversas formas de me­ditación y de yoga. Esto es verdad respecto a los aspirantes occidentales y orientales. Algunas de estas personas trabajan con un verdadero conocimiento y, por lo tanto, lo hacen sin pe­ligro; otras no sólo ignoran totalmente las técnicas y los métodos sino que desconocen los resultados que deben esperar de sus esfuerzos. Inevitablemente, el principal resultado obtenido con­sistirá en retrotraer internamente la conciencia, desarrollar el espíritu de introspección y orientar al hombre o mujer, hacia los mundos subjetivos internos y los planos sutiles del ser -gene­ralmente hacia el mundo astral y raras veces hacia el mundo verdaderamente espiritual de las almas. Excepcionalmente se evoca la naturaleza mental, y los procedimientos aplicados pro­ducen la negatividad y pasividad de las células cerebrales, mien­tras la mente permanece inactiva y a menudo aletargada. Por lo tanto, la única zona visible de la conciencia es la astral. Así quedan excluidos los mundos de los valores físicos y tangibles y análogamente el mundo mental. Quisiera que reflexionen sobre este enunciado.

El Movimiento del Grupo Oxford también ha dado demasiada importancia a la necesidad de ser guiado, sin embargo, parece ser que no ha comprendido verdaderamente el tema, ni le ha dedicado mayor atención a la investigación incluyente de las po­sibles alternativas de la voz de Dios. Místicos de toda índole, que tienen una predisposición natural hacia la vida negativa e introspectiva, oyen en la actualidad voces, reciben orientación y obedecen a impulsos que ellos afirman provenir de Dios. En todas partes hay grupos que están abocados a la tarea de orien­tar a la gente hacia la vida espiritual, o (le comprobar el Plan de Dios, o colaborar con él en una u otra forma. Algunos de estos grupos trabajan con inteligencia y a veces sus suposiciones y esfuerzos son correctos, pero la mayoría son incorrectos y de naturaleza mayormente astral.

Esto trae dos resultados. Uno, fomenta una gran espe­ranza entre los trabajadores espirituales del mundo, a medida que observan la rapidez con que la humanidad se dirige hacia el mundo del correcto significado, de los verdaderos valores espi­rituales y de los fenómenos esotéricos. Se dan cuenta que a pesar de los errores y equívocos, la tendencia de la conciencia racial va dirigida “internamente hacia el centro de vida y paz espiri­tuales”. El otro, es el resultado o reconocimiento de los períodos de verdadero peligro que transcurren durante este proceso de reajuste de los valores más sutiles y a no ser que haya una com­prensión inmediata de las condiciones y posibilidades sicológicas y que la mentalidad de la raza llegue a comprender y a tener el sentido común, tendremos que atravesar un ciclo de profundos disturbios sicológicos y raciales antes de finalizar este siglo. En la actualidad, por ejemplo, dos factores producen un profundo efecto sicológico sobre la humanidad:

1.  La incertidumbre, el temor y el recelo que prevalece, en to­dos los países, afecta en forma adversa a las masas, estimu­lándolas astralmente y, al mismo tiempo, disminuyendo su vitalidad física.

2. El impacto producido por las fuerzas espirituales superiores, sobre las personas orientadas inteligentemente y motivadas místicamente, está produciendo serias y grandes dificultades, pues derriba las barreras etéricas protectoras y abre de par en par las puertas del plano astral. Éstos son algunos de los peligros que implica el estímulo espiritual.

Por lo tanto, resultará de real valor estudiar las fuentes de donde provienen la mayoría de las seudo “guías”. Para mayor claridad y eficacia me propongo enumerarlas muy brevemente, sin hacer extensos comentarios. Ello permitirá hacer comprender al inves­tigador inteligente y ansioso, que el tema es mucho más vasto e importante de lo que supone, y puede llevarlo a hacer un análisis cuidadoso de los “tipos de guía” y a comprender cuáles son los posibles agentes rectores de que puede ser víctima el pobre e ignorante neófito:

1.  La guía o instrucción proveniente de una persona en el pla­no físico hacia la cual se dirige la persona guiada, la mayoría de las veces inconscientemente en busca de ayuda. Esto constituye en gran parte una relación cerebral, de naturaleza eléctrica, establecida mediante contactos conscientes en el plano físico, y facilitada grandemente por el hecho de que el neófito sabe perfectamente lo que su instructor diría en cualquier circunstancia dada.

2. La actitud introvertida del neófito o del místico, hace sur­gir a la superficie toda su subconsciente “vida de deseos”, lo cual, debido a su inclinación mística, y probablemente a que aspira a lograr la beatitud y la vida del espíritu, adopta ciertas tendencias de adolescente hacia la actividad religiosa y sus prácticas. Sin embargo, las interpreta como una guía definitivamente externa, y se las explica a sí mismo en tal forma que se convierten para él en la Voz de Dios.

3. La recuperación de antiguas aspiraciones y tendencias es­pirituales que llegan de una vida o vidas anteriores, lo cual está profundamente oculto en su propia naturaleza, pero se las puede hacer surgir a la superficie mediante el estí­mulo grupal. Recuerda así, en esta vida, deseos y aptitudes espirituales que hasta entonces no habían aparecido. Cree que son totalmente nuevos y fenoménicos, y los considera como mandatos divinos provenientes de Dios. Sin embargo, siempre han existido (aunque latentes) en la propia natu­raleza, y son resultado de una antigua tendencia u orienta­ción hacia la divinidad, inherente en todos los miembros de la familia humana. Es el hijo pródigo que, dialogando consigo mismo, exclama: “me levantaré e iré” -pasaje que Cristo aclara plena y bellamente en dicha parábola.

4.  La guía registrada puede ser simplemente, sensibilidad a las voces, mandatos y buenas intenciones de gente bené­vola que está en camino de reencarnar. El actual dilema es­piritual de la raza es causa del rápido retorno a la vida del plano físico de muchas almas evolucionadas. Mientras se ciernen sobre la zona limítrofe de la vida externa, esperan­do el momento de renacer, los seres humanos en encarna­ción frecuentemente establecen inconsciente y subjetivamente contacto con ellas, especialmente durante la noche cuando la conciencia está fuera del cuerpo físico. Lo que dicen y enseñan (con frecuencia bueno, por lo general me­diocre, y a veces bastante ignorante) es recordado en los momentos que despierta la conciencia, y el neófito lo in­terpreta como la voz de Dios que lo va guiando.

5.  Las guías pueden ser también de naturaleza emocional o astral, resultado de los contactos logrados en el plano astral por el aspirante -firme en su aspiración, pero débil en su polarización mental. Abarcan tantas expresiones que no puedo extenderme sobre ellas. Están coloreadas por el espe­jismo; un sin número de líderes, conductores y organiza­ciones bien intencionados extraen su inspiración de estas fuentes. No contienen verdadera ni duradera guía divina. Podrán ser inofensivas, afables, bondadosas y bien inten­cionadas; podrán nutrir la naturaleza emocional, desarro­llar la histeria o la aspiración; podrán despertar la ambi­ción de la víctima y conducirla por los desvíos de la ilusión, pero no constituyen la voz de Dios ni la de miembro alguno de la Jerarquía, y son tan divinas como pudiera serlo la voz de cualquier instructor común en el plano físico.

6.  La guía que se ha captado puede ser también el resultado de la sintonización telepática del sujeto, con la mente o mentes de otras personas. Esto sucede frecuentemente cuan­do se trata de personas inteligentes y de quienes están men­talmente enfocadas. Constituye una especie de telepatía di­recta, pero inconsciente. Por lo tanto; la guía proviene de otras mentes, o de las mentes enfocadas de un grupo de trabajadores con los cuales el hombre puede tener afinidad a sabiendas o no. Las guías que así se imparten podrán te­nerse en forma consciente o inconsciente, y ser de calidad buena, mala o neutra.

7. Los mundos mental y astral están llenos de formas mentales con las cuales es posible hacer contacto e interpretarlas co­mo guías. Los Guías de la raza pueden emplear dichas for­mas mentales para ayudar y guiar a la humanidad. También pueden ser utilizadas por fuerzas y entidades indeseables. Por lo tanto dichas formas mentales tienen su utilidad, pero cuando un hombre las interpreta cono guías divinas, que constituyen una orientación infalible (la cual evoca y exige una ciega e indiscutible aceptación), se convierten en una amenaza para el libre albedrío del alma y no tienen valor alguno.

8. En consecuencia, la guía es de muchos tipos y puede prove­nir de personas encarnadas o no, y clasificarse desde lo excelente a lo pésimo. Éstas incluyen la ayuda ofrecida por los verdaderos iniciados y adeptos, a través de sus activos discípulos y aspirantes, y esas actividades mentales y astra­les que desarrollan las personas inteligentes comunes, in­cluso las egoístas y emocionalmente orientadas. Debe re­cordarse que el verdadero iniciado o discípulo, nunca trata de controlar a una persona ni le indicará, como si impartiera órdenes, la acción que debería emprender. Innumerables personas sintonizan la enseñanza que las mentes entrenadas trasmiten a los discípulos, o captan telepática­mente las poderosas formas mentales creadas por los pen­sadores del mundo, o los miembros de la Jerarquía. De allí que haya tantas erróneas interpretaciones y tantos seudo-guías. A veces los hombres se apropian de lo que está des­tinado a un grupo, o de la sugerencia dada por un Maestro a Su discípulo.

9.  También dichas guías provienen de la propia y poderosa personalidad integrada del hombre, que a menudo no la re­conoce por lo que es. La ambición, el deseo o los propósitos vanidosos de la personalidad, podrán descender del cuerpo mental y plasmarse en el cerebro y, sin embargo, el hombre, en su conciencia cerebral, creerá que le llega desde una fuente externa y foránea. Sin embargo, él ha respondido todo el tiempo a los mandatos e impulsos de su propia per­sonalidad. Esto frecuentemente ocurre a tres tipos de per­sonas:

a.   Aquellos cuyo ego o personalidad pertenecen al sexto rayo.

b.   Los que están abiertos a los espejismos del plano astral, debido a la sobreestimulación del plexo solar.

c.   Los que son susceptibles, por una u otra razón, a la men­guante energía pisciana.

10.  Como es sabido, la guía puede provenir de la propia alma del individuo, cuando por la práctica de la meditación, la disciplina y el servicio, ha establecido contacto con ella y existe, por consiguiente, un canal directo de comunicación entre el alma y el cerebro, a través de la mente. Cuando dicha comunicación es clara y directa, constituye la verda­dera guía divina proveniente de la divinidad interna. Sin embargo, si la mente no se ha desarrollado, ni existe pu­reza de carácter y el hombre no está totalmente libre del control de la personalidad, la comunicación podrá ser distorsionada y mal interpretada. La mente debe aplicar debi­damente la verdad o la guía impartida. Cuando se capta correcta y verdaderamente la divina voz interna, sólo en­tonces la guía es infalible y la voz del Dios interno habla con claridad a Su instrumento, el hombre, en el plano físico.

11. Cuando esta última forma de guía se haya establecido, esta­bilizado, fomentado, desarrollado y comprendido, será po­sible lograr otros tipos de guías espirituales. Para ello se debe pasar a través de, o someterse a la norma de valores que constituyen el alma misma. La percepción del alma es parte de la percepción total. El reconocimiento de la percepción del alma acontece en forma gradual y progresiva en lo que respecta al hombre en el plano físico. Las células cerebrales deben ser despertadas paulatinamente y desarro­llada la correcta respuesta interpretativa. Por ejemplo, cuan­do el hombre es consciente del Plan de Dios, creerá que un Maestro o un miembro de la Jerarquía le imparte informa­ciones sobre dicho Plan, y podrá también pensar que el conocimiento le llega por medio del contacto inmediato esta­blecido con una forma mental del Plan. El obtener e inter­pretar correctamente este conocimiento, forzosa y sencillamente reconoce aquello que su alma inevitablemente sabe, porque su alma es un aspecto del alma universal y parte integrante de la Jerarquía planetaria.

Existen otras fuentes de donde provienen las guías, las ins­piraciones y las revelaciones, pero para los propósitos sicológicos de nuestro estudio bastará lo antedicho.

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