de la palabra
“Tratado de Magia Blanca”, Alice A. Bailey (pág. 112-113)
Raras veces las personas se dan cuenta de la potencia de una palabra, sin embargo, se ha afirmado “en el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios. Sin él nada de lo hecho fue hecho”. Cuando leemos esas palabras, nuestras mentes retornan a la aurora del proceso creador en el que, mediando el sonido, “Dios habló y los mundos fueron hechos”.
"Mediante el lenguaje el hombre se moldea a sí mismo y a su medio ambiente".
Se ha dicho que "el principal agente por el cual gira fenoménicamente la rueda de la naturaleza, es el sonido", porque el sonido o palabra original pone en vibración la materia de la cual están hechas todas las formas, e inicia esa actividad que caracteriza hasta los átomos de la sustancia.
La literatura y escrituras de todas las naciones antiguas y las grandes religiones, dan testimonio de la eficacia del sonido en la producción de todo lo que es tangible y visible. Los hindúes dicen en forma muy hermosa que “el Gran Cantor construyó los mundos, y el Universo es Su canción”. Ésta es otra forma de expresar la misma idea. Si esto es comprendido y se entiende parcialmente la ciencia de este concepto, la significación de nuestras propias palabras y la emisión del sonido al hablar, constituirá casi un acontecimiento de suprema importancia.
El sonido o lenguaje y el empleo de las palabras, han sido considerados por los filósofos antiguos – y en forma acrecentada por los pensadores modernos – como los agentes más elevados que el hombre ha utilizado para moldearse a sí mismo y a su medio ambiente. El pensamiento, el lenguaje y la actividad resultante en el plano físico, forman la triplicidad que hacen del hombre lo que es y lo sitúan donde está.
El propósito del lenguaje es revestir el pensamiento y ponerlo a disposición de los demás. Cuando hablamos, evocamos un pensamiento y le damos vida, haciendo audible lo que está oculto dentro de nosotros. El lenguaje revela, y el correcto lenguaje puede crear una forma que encierre un propósito benéfico, así como el lenguaje incorrecto puede crear una forma que tenga un objetivo maligno. Sin darnos cuenta, hablamos incesante e irresponsablemente día tras día; empleamos palabras, multiplicamos sonidos, y nos rodeamos de mundos de formas creadas por nosotros mismos. Por lo tanto, es esencial pensar antes de hablar y recordar el precepto, “Antes de hablar, se debe adquirir conocimiento”. Después de pensar, seleccionemos esas correctas palabras que expresen el correcto pensamiento, tratando de pronunciarlas correctamente, dando el valor exacto y la verdadera cualidad de tono a cada palabra emitida.
Mediante la palabra hablada, crearemos una forma mental que corporificará la idea que tenemos en la mente. Así nuestras palabras no llevarán la discordia, sino que agregarán su parte a ese gran acorde armonizador o palabra unificadora, cuya pronunciación es finalmente función del género humano. El lenguaje incorrecto separa, y es interesante tener presente que la palabra, el símbolo de la unidad, es divina, mientras que el lenguaje, en sus numerosas diversificaciones, es humano.
A medida que prosigue la evolución y la familia humana se eleva a su verdadera posición, en el gran plan del universo, será cultivado cada vez más el lenguaje exacto y correcto, porque pensaremos antes de hablar o, como ha dicho un gran instructor, “por la meditación, rectificaremos los errores del lenguaje incorrecto”, siendo más evidente la significación de las palabras-formas, de los verdaderos y correctos sonidos y de la cualidad vocal”.
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