Será evidente que esta energía de rayo, que
personifica el Principio de Conflicto, tiene un efecto peculiar y curioso sobre
las relaciones. Esto se debe a la interrelación del Rayo de Armonía a
través del Conflicto y el segundo Rayo de Amor‑Sabiduría, siendo éste
principalmente el rayo de las rectas relaciones humanas -en lo que concierne al
cuarto reino de la naturaleza. La energía del amor rige las relaciones entre
las almas y controla a la Jerarquía, el reino de las almas; la energía de la
sabiduría debería regir todas las relaciones dentro del cuarto reino, el humano;
algún día inevitablemente será así, de allí el énfasis puesto sobre la
necesidad que haya personalidades fusionadas con el alma en el mundo actual,
tal como lo postulan las verdaderas escuelas esotéricas.
Podría decirse que el Principio de Conflicto, que actúa regido por el cuarto rayo y controlado por el segundo, tendrá por resultado -en lo que concierne a la humanidad- el establecimiento de rectas relaciones humanas y el acrecentamiento del universal espíritu de buena voluntad entre los hombres. Únicamente los pensadores descarriados e incultos dejarían de ver que estos dos resultados del conflicto, engendrados en la actualidad, constituyen los dos factores más deseables, para los cuales deben trabajar todos los hombres de buena voluntad. La afluencia de energía a la humanidad favorece tales esfuerzos y el Principio de Conflicto se ha desempeñado tan eficazmente, que todos los hombres desean la armonía, la paz, el equilibrio, la correcta adaptación a la vida y a las circunstancias y rectas y equilibradas relaciones humanas.
En cada país, en todas las razas humanas, lo que se dice -en forma sincera o nula- en los diarios, la radio y en las conferencias, es en bien de una total armonía y de un amplio reconocimiento de los reajustes necesarios. Hasta las fuerzas del mal que continúan activas, ocultan sus propósitos ambiciosos detrás de un espúreo deseo de unidad mundial, armonía mundial y rectas relaciones humanas. Las masas humanas de todos los países se han convencido, debido a la evidencia presentada por el Principio de Conflicto, que deben producirse cambios fundamentales en las actitudes y metas de los hombres, si la humanidad quiere sobrevivir, y a su propia manera (inteligente o ignorantemente) buscan una solución.
La guerra ha producido mucho bien -a despecho de la destrucción de formas. Las causas de la guerra son mejor comprendidas; las cuestiones involucradas están siendo lentamente aclaradas; la información sobre todas las naciones -aunque incorrectamente presentada- ha despertado al género humano a la realidad de Un Mundo; la mancomunidad en el dolor, sufrimiento, ansiedad, hambre y desesperación, ha unido más estrechamente a los hombres, y esta relación ha gestado más armonía de la que comprende el hombre; el mundo está hoy más que nunca estrechamente ligado en forma subjetiva (a despecho de todas las separaciones y conflictos externos) en la historia humana; hay una determinación más firme para establecer rectas relaciones humanas y una percepción más clara de los factores involucrados; el nuevo Principio de Participación, inherente al segundo Rayo de Amor‑Sabiduría, vinculado tan fundamentalmente con las relaciones, está ganando terreno, y su potencia es liberada por la actividad del cuarto Rayo de Armonía a través del Conflicto. Este Principio de Participación, aunque divorciado de cualquier aprobación oficial, está en consideración, y algún día será el factor que regirá la vida económica del mundo, regulada y controlada por esos hombres que están alertas a la necesidad humana en el plano físico.
Este Principio de Conflicto se halla además activo en todas las instituciones, grupos y organizaciones de todos los países y en cada sector del pensamiento humano. Sus resultados son, primero, la humanidad despertará a ciertos desarrollos y posibilidades humanas y, segundo, conducirá a ciertas renunciaciones básicas, una vez que las cuestiones sean vistas con claridad y la separación que existe en realidad entre los valores espirituales deseables y los valores materiales indeseables, se hayan esclarecido. En política, por ejemplo, el sistema de dos partidos está basado en una premisa correcta, pero en la actualidad no es un sistema satisfactorio, a causa de la estupidez humana. Representa en verdad a los grupos reaccionarios en cualquier país y también al partido progresista, alerta a las nuevas posibilidades; la meta de un partido consiste en detener la vida del espíritu, en clarificar por medio de la obstrucción y en contener o evitar, el avance demasiado rápido de los impacientes e inmaturos; el partido progresista debe estar compuesto por quienes sean conscientes de las cosas antiguas e innecesarias, y son siempre precursores, aunque frecuentemente no poseen gran habilidad en la acción. Aún no es posible establecer una línea de demarcación tan clara entre los dos partidos mundiales básicos; tampoco las masas ignorantes aprecian los valores espirituales de los dos grupos. Actualmente la política de partido es tan egoísta y, por lo tanto, tan reaccionaria, como lo es la masa humana; la meta del político común de cada grupo, no es el verdadero bien para la humanidad, pues generalmente solo su propia ambición egoísta y el deseo de conservar cierta ideología política los pone en el poder, constituyendo la meta de sus esfuerzos.
El Principio de Conflicto está actuando también en las iglesias, pero por desgracia lentamente, debido a la corrupción y al efecto soporífero de la teología eclesiástica; quisiera que observen la elección de mis palabras; no he dicho "de la cristiandad", pues la verdadera cristiandad, tal como el Cristo la enseñó, carece de abusos teológicos y debe ser restablecida y lo será, o quizás más exactamente -alcanzará su primera etapa de expresión.
En todas partes, el cuarto Rayo de Armonía a través del Conflicto está activo en la familia humana y dominando los asuntos humanos; en todas partes en la vida del individuo, en la vida de grupos, organizaciones e iglesias, en la vida de las naciones y en la vida del género humano como un todo, las cuestiones están siendo clarificadas y la humanidad conducida de una renunciación a otra hasta que algún día el reino humano tome conjuntamente la cuarta iniciación y la Gran Renunciación sea aceptada; este paso, muy lejos aún en el futuro, afiliará a la humanidad con la Jerarquía y librará a millones de hombres de la esclavitud del materialismo. Inevitablemente, llegará este momento en la historia humana. El primer indicio de que la visión distante ha sido vislumbrada, podría ser quizás observada en el instinto prevaleciente de compartir, motivado actualmente por el instinto de autoconservación, pero desarrollándose definidamente como un posible modo de acción en el horizonte lejano del pensamiento humano. La verdadera participación involucra definidamente muchas pequeñas renunciaciones y sobre estas pequeñas renunciaciones la capacidad para la libertad es generada lentamente y el hábito de la renunciación puede ser eventualmente estabilizado; tal capacidad, hábitos, actividades altruistas y actitudes habituales espirituales, son las etapas preparatorias para la Iniciación de la Renunciación, así como el esfuerzo para servir al semejante es preparatorio para la tercera Iniciación de la Transfiguración.
(extracto de LOS RAYOS Y LAS INICIACIONES, ALICE A. BAILEY)
Podría decirse que el Principio de Conflicto, que actúa regido por el cuarto rayo y controlado por el segundo, tendrá por resultado -en lo que concierne a la humanidad- el establecimiento de rectas relaciones humanas y el acrecentamiento del universal espíritu de buena voluntad entre los hombres. Únicamente los pensadores descarriados e incultos dejarían de ver que estos dos resultados del conflicto, engendrados en la actualidad, constituyen los dos factores más deseables, para los cuales deben trabajar todos los hombres de buena voluntad. La afluencia de energía a la humanidad favorece tales esfuerzos y el Principio de Conflicto se ha desempeñado tan eficazmente, que todos los hombres desean la armonía, la paz, el equilibrio, la correcta adaptación a la vida y a las circunstancias y rectas y equilibradas relaciones humanas.
En cada país, en todas las razas humanas, lo que se dice -en forma sincera o nula- en los diarios, la radio y en las conferencias, es en bien de una total armonía y de un amplio reconocimiento de los reajustes necesarios. Hasta las fuerzas del mal que continúan activas, ocultan sus propósitos ambiciosos detrás de un espúreo deseo de unidad mundial, armonía mundial y rectas relaciones humanas. Las masas humanas de todos los países se han convencido, debido a la evidencia presentada por el Principio de Conflicto, que deben producirse cambios fundamentales en las actitudes y metas de los hombres, si la humanidad quiere sobrevivir, y a su propia manera (inteligente o ignorantemente) buscan una solución.
La guerra ha producido mucho bien -a despecho de la destrucción de formas. Las causas de la guerra son mejor comprendidas; las cuestiones involucradas están siendo lentamente aclaradas; la información sobre todas las naciones -aunque incorrectamente presentada- ha despertado al género humano a la realidad de Un Mundo; la mancomunidad en el dolor, sufrimiento, ansiedad, hambre y desesperación, ha unido más estrechamente a los hombres, y esta relación ha gestado más armonía de la que comprende el hombre; el mundo está hoy más que nunca estrechamente ligado en forma subjetiva (a despecho de todas las separaciones y conflictos externos) en la historia humana; hay una determinación más firme para establecer rectas relaciones humanas y una percepción más clara de los factores involucrados; el nuevo Principio de Participación, inherente al segundo Rayo de Amor‑Sabiduría, vinculado tan fundamentalmente con las relaciones, está ganando terreno, y su potencia es liberada por la actividad del cuarto Rayo de Armonía a través del Conflicto. Este Principio de Participación, aunque divorciado de cualquier aprobación oficial, está en consideración, y algún día será el factor que regirá la vida económica del mundo, regulada y controlada por esos hombres que están alertas a la necesidad humana en el plano físico.
Este Principio de Conflicto se halla además activo en todas las instituciones, grupos y organizaciones de todos los países y en cada sector del pensamiento humano. Sus resultados son, primero, la humanidad despertará a ciertos desarrollos y posibilidades humanas y, segundo, conducirá a ciertas renunciaciones básicas, una vez que las cuestiones sean vistas con claridad y la separación que existe en realidad entre los valores espirituales deseables y los valores materiales indeseables, se hayan esclarecido. En política, por ejemplo, el sistema de dos partidos está basado en una premisa correcta, pero en la actualidad no es un sistema satisfactorio, a causa de la estupidez humana. Representa en verdad a los grupos reaccionarios en cualquier país y también al partido progresista, alerta a las nuevas posibilidades; la meta de un partido consiste en detener la vida del espíritu, en clarificar por medio de la obstrucción y en contener o evitar, el avance demasiado rápido de los impacientes e inmaturos; el partido progresista debe estar compuesto por quienes sean conscientes de las cosas antiguas e innecesarias, y son siempre precursores, aunque frecuentemente no poseen gran habilidad en la acción. Aún no es posible establecer una línea de demarcación tan clara entre los dos partidos mundiales básicos; tampoco las masas ignorantes aprecian los valores espirituales de los dos grupos. Actualmente la política de partido es tan egoísta y, por lo tanto, tan reaccionaria, como lo es la masa humana; la meta del político común de cada grupo, no es el verdadero bien para la humanidad, pues generalmente solo su propia ambición egoísta y el deseo de conservar cierta ideología política los pone en el poder, constituyendo la meta de sus esfuerzos.
El Principio de Conflicto está actuando también en las iglesias, pero por desgracia lentamente, debido a la corrupción y al efecto soporífero de la teología eclesiástica; quisiera que observen la elección de mis palabras; no he dicho "de la cristiandad", pues la verdadera cristiandad, tal como el Cristo la enseñó, carece de abusos teológicos y debe ser restablecida y lo será, o quizás más exactamente -alcanzará su primera etapa de expresión.
En todas partes, el cuarto Rayo de Armonía a través del Conflicto está activo en la familia humana y dominando los asuntos humanos; en todas partes en la vida del individuo, en la vida de grupos, organizaciones e iglesias, en la vida de las naciones y en la vida del género humano como un todo, las cuestiones están siendo clarificadas y la humanidad conducida de una renunciación a otra hasta que algún día el reino humano tome conjuntamente la cuarta iniciación y la Gran Renunciación sea aceptada; este paso, muy lejos aún en el futuro, afiliará a la humanidad con la Jerarquía y librará a millones de hombres de la esclavitud del materialismo. Inevitablemente, llegará este momento en la historia humana. El primer indicio de que la visión distante ha sido vislumbrada, podría ser quizás observada en el instinto prevaleciente de compartir, motivado actualmente por el instinto de autoconservación, pero desarrollándose definidamente como un posible modo de acción en el horizonte lejano del pensamiento humano. La verdadera participación involucra definidamente muchas pequeñas renunciaciones y sobre estas pequeñas renunciaciones la capacidad para la libertad es generada lentamente y el hábito de la renunciación puede ser eventualmente estabilizado; tal capacidad, hábitos, actividades altruistas y actitudes habituales espirituales, son las etapas preparatorias para la Iniciación de la Renunciación, así como el esfuerzo para servir al semejante es preparatorio para la tercera Iniciación de la Transfiguración.
(extracto de LOS RAYOS Y LAS INICIACIONES, ALICE A. BAILEY)
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