Toda la esencia de la verdad no puede ser transmitida de boca a oreja. Ni ninguna pluma puede describir, ni siquiera el Angel testigo (que guarda la nota de nuestras acciones), a menos que el hombre no encuentre la respuesta en el santuario de su corazón, en lo más profundo de sus intuiciones divinas.
La Doctrina Secreta I, H. P. Blavatsky